Sabra y Chatila

0:57 Unknown 0 Comments

Vi una película
y volví a recordar:
lloré.


Toda mi vida siempre, desde niña he tenido un miedo muy grande: LA GUERRA.
Recordé.
Estoy sumida en recuerdos
feos,
gratos,
secos,
de la guerra;
guerra en mi tierra
¿Israel?
¿Irak?
Palestina, quizás.
Se me eriza la piel y me congelo.
Mis piernas se ponen tiesas
y me dan ganas de correr,
correr muy fuerte y muy lejos de aquí, 
de allí: vuelvo a llorar.

"Oh dios, ¿porqué me has abandonado", lloré mientras corría.
Sigo llorando.

¿Sabes lo que es el ruido de una bomba?
Te truena los oídos.
Es un silbido mortal, que corta, que lastima,
que rompe los tímpanos, 
que hace sangrar,
que desangra,
que explota,
que se convierte en fuego, humo y pedazos de carne.
("Oh dios, ¿porqué me has abandonado", pensé
era lo único que podía pensar.)
gente,
gente destrozada, 
aventada por partes, regada por ahí,
ahí.

"¿Por qué?"
Mi cuerpo se eriza, y un escalofrío me paraliza,
los oídos me zumban.
Me dan ganas de vomitar,
un hombre, 
dos hombres,
no sé cuantos hombres abusan de mí.
Me violaron.
"¿Por qué?"
y luego: ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!.

¿Sabes lo que es el disparo de un arma?
Tengo nauseas.
Tengo miedo.
Se me llenan los ojos de dolor, de llanto.
Primero escuchas el ruido y al siguiente segundo,
tienes la bala dentro.
No duele, quema,
quema y después duele.
Rompe la piel,
la truena, la quema,
arde,
perfora y
está adentro.
Primero entra y  después duele,
como si tuvieras dos o tres kilos de metal caliente,
de lava hirviente en tu carne,
como si pesara,
algo se revienta adentro tuyo.
Te desangras.
Cuando la sangre sale,
sientes como te vacías,
poco a poco,
como te quedas sin fuerzas;
a cada litro de sangre el calor abandona tu cuerpo
y sientes como te enfrías.
Y tú estás ahí sin poder hacer nada,
porque estás entre el miedo, y querer parar todo, y el shock,
y quieres detenerlo pero no reaccionas,
ya no reacciona tu cuerpo.

Puedo señalarte dónde me dispararon,
puedo recordarlo,
la primera entro aquí,
justo dónde tengo la marca de júpiter,
aquí entró.
La siguiente fue en el vientre,
más a la izquierda,
cerca del ombligo.
La última no estoy segura,
fue aquí, en el pecho,
o aquí, en la traquea,
pero recuerdo que tronó cuando entró.
Luego me dieron otro en la cabeza, de lado derecho
cuando ya estaba muerta.
Tiemblo.
Me da escalofrío.
Cada músculo, cada fibra se tensa,
me paraliza,
como si estuviese allí de nuevo,
me consume el terror,
el miedo...

Sí,
fue palestina,
fue tierra Santa.








  Desde niña crecí con un miedo, un miedo inmenso que jamás supe identificar de dónde venía.
  A mi edad debía temerle a las arañas, a la obscuridad o a los monstruos bajo la cama, pero el único miedo que tenía, lo único que me causaba pavor, que me consumía y me erizaba cada vello de mi cuerpo era la guerra.
Siempre tuve constantes pesadillas acerca de guerras. Lo que más me causaba terror era ese ruido, ese silbído que se escucha cuando está a punto de caer una bomba: es mortal. Parece un filo que corta y te atraviesa de oído a oído. Detesto ese ruido, y aunque jamás he vivido una guerra, escuchado una bomba o sentido un disparo, puedo recordar exactamente cada sensación que me produce determinados objetos.

  Nunca he soportado ver escenas de guerra, NUNCA. Siempre termino llorando inconsolablemente, siento morirme en el intento de, y sin embargo, de mí emana una extraña y escalofriante nostalgia por tierras lejanas, tierras de arena, de sol ardiente, casas derruidas y suelos encharcados de sangre: Ahí quedé. 

  Palestina, palestino, Israel, Israel, sangre, bengalas, disparos, gritos, fuego, gritos, fuego, pólvora... ¿ alguna vez has olido el olor de un cadáver quemándose?
Hebreos, túnicas, fuego, allá fui a dar.

  Aun me provoca llanto el sólo recordar esta, de muchas tantas vidas. Me provoca nauseas al grado de querer vomitar, me paraliza, me... deja sin palabras, me enfría, me eriza el cuerpo...
  Podrás creerme o no, 
pero cada uno sabe sus verdades, sabe su historia. Yo he descubierto la mía guiándome de una sola cosa: intuición. Es ese "algo" que te indica que es el camino, que te hace asegurar las cosas sin pensarlo dos veces. Es ese apretón que sientes en el pecho y en la garganta, ese escalofrío que te recorre cuando lees, piensas o recuerdas algo que posiblemente pudiere haber pasado.

 El día, ya hace varios años atrás, que acepté que en algún tiempo, en algún otro lugar, en algún otro cuerpo, morí en una guerra, nunca supe cuál, ni cuando ni en que lugar; ese día dejé de tener sueños - pesadillas con respecto a la guerra. (¿Alguna vez has muerto en tu sueño?)
La pregunta ahora es:
¿Alguna vez has muerto?



You Might Also Like