Borderline aerolÃnea
CAPITULO I
Me pienso contigo, a tu lado.
Me pienso pasando las tardes
después del trabajo
contigo,
a tu lado.
Me pienso paseando entre las habitaciones con
pasos tÃmidos e insonoros:
soy un fantasma
que ronda por la casa.
Me miras,
me tomas,
me sientes y los dos nos
vamos lejos, muy lejos de aquÃ.
Flotamos.
Nos elevamos.
Ascendemos.
Despegamos
las puntas de los pies
rozan por último el suelo.
Hemos partido.
CAPITULO II
Un lugar donde no transcurre
el tiempo
se vuelve hacia atrás
y regresa,
sube y se va,
viene y baja,
viene y se va,
sube y baja,
regresa y va,
vengo y me voy,
bajo y regreso,
subo y me voy,
dónde estoy
no transcurre el tiempo,
ni el dÃa, ni la noche, ni la tarde. Nunca es tarde.
CAPITULO III
He pasado cincuenta y dos años
y otros
tantos
a la deriva sin consciencia ni presencia:
he olvidado,
he sanado.
Nada ahora importa, sólo yo y
ésta isla que me cobija,
me sostiene,
me instiga a
quererla.
Me embelese el corazón y enciende los
sentidos.
Lo haré. La querré como nadie,
te querré como todos, como siempre
ha sido.
CAPITULO IV
Ahora vivo sobre esta pequeña porción
de tierra,
y fuego,
y agua,
y viento. Aliento
de vida, que me mantiene
viva.
Se ha convertido en mi refugio,
en mi hogar,
la quiero y creo que
la amo. La adoro por
su calidez.
En ella he reÃdo y en
ella he llorado.
Te abrazo. La abrazo con mucha fuerza
me aferro a ésta tierra, no quiero
separarme de ella.
La quiero. La vivo. La respiro.
La siento:
está dentro, muy dentro de mi
cuerpo, la llevo aquÃ
en el pecho. Es mi centro. Me hace vivir.
Soy feliz.
CAPITULO V
No sé cuanto tiempo he
permanecido aquÃ,
desde que las olas me arrastraron
hasta ti
camino;
o vuelvo, o corro, o vuelo
o regreso, tropiezo
de nuevo
con tus juegos
revoloteo.
Planeo dando cÃrculos alrededor tuyo,
sobre ti,
debajo
busco
encuentro,
me encuentro
te encuentro y
vuelvo alzar el vuelo.
Me intimidas,
me gustas.
Planto una bandera con mi nombre sobre tu pecho.
Eres tierra prometida, santa,
benditas
son tus formas que acarician y enorgullecen la vida,
divino
el paisaje que a los ojos de mi alma regalas.
Planto una bandera con mi nombre sobre tu pecho:
Te reclamo, me perteneces.
Ahora eres mÃo.
CAPITULO VI
Creo que te amo.
CAPITULO VII
A mi lado,
te voy sintiendo.
Te siento a mi lado.
Recupero la noción poco a poco
vamos descendiendo.
Te voy sintiendo. Tus brazos,
tu aliento y
tus manos en mis manos. En el fondo
suena una canción
en mi cabeza.
Cierro mis ojos de nuevo:
Me desintegro.
He vuelto.
Aquà estás, eres prueba de ello. No fue un
sueño
que te quiero. Te quiero.
Te cuento mi sueño:
Soñaba que eramos felices,
tú conmigo y yo me quedaba
a vivir
sobre ti, contigo. Eras universo, estrella y planeta,
te habitaba.
Mientras tú dormÃas yo edificaba una civilización entera
en tu nombre, eras dios, polÃtico, sacerdote, artesano y esclavo.
Te alabábamos y reprobábamos. Eras dos al mismo tiempo:
eras tú, y eras yo. Eramos.
Somos.
Fuimos y
hemos vuelto
a querernos, como antes. Lo recuerdas. Yo lo siento.
Te siento
muy dentro
te pienso,
también te procreo. Te cuido,
te quiero,
me pienso,
también me pienso
contigo, a tu lado.
Me pienso pasando
el dÃa entero
contigo,
a tu lado.
Me pienso bailando entre las habitaciones con
pasos de foxtrot suaves y largos:
somos fantasmas,
estamos vivos de nuevo.
Me miras,
te miro;
me tomas,
te tomo,
me sientes y los dos nos
vamos lejos, muy lejos de aquÃ
otra vez
flotamos,
nos elevamos,
nos sublimamos y
ascendemos.
Despegamos
las puntas de los pies
rozan por último el suelo.
Hemos partido de nuevo.
CAPITULO II