Bésala

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 El silencio rompió a los golpes de la puerta de mi casa: era ella.
Abrí la puerta y ahí estaba, de pie con su mirada hacia abajo.
-¿Puedo pasar?- dijo en voz casi sorda
-Sí, ¡Claro!, pasa por favor- me hice a un lado y ella entro (de nuevo).
Se sentó en la sala y me dijo, aun con la mirada abajo:
-Ya no podemos seguir así... tenemos que terminar.


   El golpe fue instantaneo: me heló la sangre de pies a cabeza y me paralizo mucho antes de que pudiera reaccionar.
-Ya no puedo estar así, ya no podemos... -prosiguió mientras hacia una pausa- No puedo.
Se levanto del sillón y se dirigió a la puerta, esa misma por donde había entrado.
-¡A dónde vas!- le grite. la detuve sosteniéndola de su brazo y la aventé de nuevo al sillón.
-¡Es que tu no entiendes- alzo por fin su inundado rostro de sal
-¡Por favor! ¡No me vengas con eso de nuevo!
-¡Ya no puedo seguir así!- lloro- ¡Ya no puedo!
-¿¡Qué ya no puedes!? ¡eh!, ¿¡Qué ya no puedes!?- le grite en la cara a punto de abofetearla
-¡Ya no aguanto!- me grito
-¿¡Ya no aguantas!? ¿¡Ya no aguantas!?- le grite apretando los dientes mientras me quitaba la camisa- ¿¡Eh!? ¿¡ Así que ya no aguantas!?- le repetía.
   La tome entre mis brazos llorosa y la lleve a mi habitación. La deje caer en la cama.
Ella seguía llorando.
-¿¡Todo esto es porque "ya no aguantas"!?- grite.
Ella sollozaba y yo la desnudaba furioso, casi desesperado.
Me desabroche el cinturón y baje mis pantalones en un solo movimiento, ella volteo su mirada.
Subí sobre ella.
-¿¡Esto es lo que quieres!? ¿¡Eh!?- le volví a gritar y la comencé a besar en el cuello.
La recorrí con mi lengua hasta llegar a sus tiernos y suaves pechos: los mordí.
La bese furioso mientras mi mano se adentraba entre sus piernas.
lamia sus pezones y los recorría con mis labios mientras mis dedos se hundían en ella y la penetraban una y otra vez. No pare.
Baje mi boca hasta su obligo y lo bese.












   Saque mis dedos de su interior: estaban cubiertos de sangre.
Un escalofrió me recorrió por segunda vez.
Subí para que mi temerosa mirada se encontrara con la suya. Ella tenia los ojos cerrados, apretados, al igual que su boca, y su garganta, y todo lo de ella... y lloraba en silencio, del silencio que me olvide por completo de sus sollozos.
-¡ Perdóname! amor, te he lastimado. ¡ Perdóname por favor!- la tome de su mejilla con la mano que había cometido aquella profanación. Ella grito y me dio una cachetada mientras me alejaba de un golpe en el abdomen con sus piernas.
Se dio la vuelta en la cama.
Sus manos bajaron hasta su entrepierna temerosas a explorar el siniestro, y cuando regresaban para corroborarlo, ella adoptaba un posición fetal y siguió sollozando, mas asustada que de tristeza.
   Me sentí un imbécil, una bestia.
Me senté de su lado de la cama, y le volví a pedir perdón, aunque sabia que seria en vano. Siempre lo es.
Hubo un momento de silencio entre cortado por sus sollozos...


















































































































hasta que rápidamente se sentó a la orilla de la cama al igual que yo y tocio, tocio muy fuerte, tocio como si el aire se le escapara: tocio sangre.
Ella sonrió levemente mientras salia de su boca un poco de aquel liquido rojo, casi negro.
-Tengo cáncer- dijo con aquella sonrisa hipócrita- Soy terminal.




























































Mi cuerpo dejo de responder al mismo tiempo que mi cerebro... ¿Que habia dicho? ¿Que?...
-Tengo cáncer terminal.
Su dulce voz reseca lo volvió a decir con esa sonrisa atravesada. Mis ojos comenzaban a reaccionar.
Otro silencio se atravesó entre nosotros...


































































pero














































































este parecía ser mas pesado y horroroso...












































































































































-Solo...- dijo al ritmo en que su garganta dejaba escapar alaridos- quería... que... me hicieras el... amor
La abraze rápidamente. Tan fuerte como si alguien fuese a llevársela y arrancarla de mi lado.
Llore con ella.






















































































































































































   Nuestra catarsis tuvo fin cuando nuestras miradas se atrevieron a encontrarse, como si ninguno de los dos quisiera verse llorando, y nuestras narices se fueron juntando al punto en que nuestras bocas se entreabrieron para respirar del aliento del otro.
la bese.


   La bese como nunca lo había hecho en mis 20 años de vida. La bese y sentí que ella estaba sana nuevamente, la llene de esa vitalidad. La bese y escuche a su alama gritarme a golpes en su pecho que la amara, que la amara como nunca, como si fuese la ultima vez, y eso hice: la amé.
   La recosté en la cama, pero esta vez fue diferente, lo hice con delicadeza, como si se tratase de un Ã¡ngel, de algo sacro, de cristal.
La bese y sentí a su cuerpo húmedo despojarse de aquel frió paralizante para recibir el calor del mio.
la bese y su corazón parecía latir desbocado, como llamándome para que mis labios también lo tocaran.
Obedecí.
la bese y mis manos la acariciaban, como cuando la leve brisa roza la tersa superficie del agua haciéndola vibrar. la dibuje y trace el contorno de todo su cuerpo con la punta de mis dedos cual pincel mojado: sus piernas, sus muslos, su vientre, su cintura, sus pechos, sus hombros, su cuello, su mentón, sus rosadas mejillas,  su nariz, sus labios... la bese.
la bese y nos mirábamos, nos entendíamos, una conversación solo entre ella y yo que nunca serias capaz de entender, y por primera vez la escuche a toda ella llamándome, hablando a mi interior, diciéndomelo, pidiéndomelo tenuemente: le hice el amor.


   Le hice el amor de una y mil maneras que no es posible describir y jamas sera descrito, ni explicado, ni comprendido, y mucho menos imaginado...




















   Ella se acurruco en mi pecho y yo me refugie en su presencia. La rodee con mis brazos y nos volvimos un solo ser. Le bese la frente y acariciaba su cabello mientras nos quedábamos dormidos...
























































































































































































Por la mañana desperté y la encontré aun acurrucada, dormida a mi lado tal y como se había acomodado ella, tal y como la vi antes de juntarnos en sueños. me levante con la mas suma delicadeza para no despertarla. me puse mi bata y fui por una taza de café.
Cuando regrese a la habitación, me acerque silenciosamente a ella y le bese nuevamente su frente, me senté a orilla de la cama junto... a ella.
Comencé a llorar.