¿Qué quieres de mí?
Quiero nada y todo de ti.
Quiero no querer nada;
nada, no quiero, todo
quiero sin querer nada
al mismo tiempo.
Quiero tu boca, quiero tus labios,
abertura por la que entran cariños
y salida de sentires desbordados en suspiros,
aquella en la que deslizo mil sonrisas y torpezas
y nuestras lenguas tropiezan.
Quiero besarte, quiero a tus besos.
Quiero tu sonrisa, quiero a la alegría
que tus ojos llega a inundar,
veo tantas cosas dentro de ellos:
he aprendido a leer lo
rutilante de tu mirar.
Quiero tus brazos, quiero tus manos,
la forma de ceñir, rodear y oprimir
en un momento, de sentir,
aquella forma de crear y nuestras almas enlazar,
ese vínculo que sabemos, peculiar.
Quiero tu calor, quiero a tu esencia
y la incandescencia de su tórrida energía
que desprende; y me enciendes,
me provocas me desatas me revives
me denotas,
apaciguas y agitas al mismo tiempo,
en un solo momento;
eres paz e inquietud,
quietud del alboroto del silencio hecho ruido
que se vuelve enmudecido,
eres la perfección que me in-complementa,
el que consuma e interrumpe:
eres mi sublime imperfecto,
el inconcluso terminado,
la paradoja no contradictoria
que aprueba y anula mi contrasentido,
que excita y sosega mi ser,
hasta fundirnos más alla de todo lo tangible;
disolver nuestros cuerpos y solidificar el ser etéreo,
integrarnos hasta terminar anudados
incorpóreos hasta el sinfín en el límite del retorno de la infinita no permanencia dentro de la eternidad.
¿Qué quiero de ti?.
¿Qué de ti quiero?.
¿Quiero de ti qué?
¿Ti, qué quiero?.
Que te quiero;
que de qué te quiero te quiero:
quierote demasiado,
quierote mucho:
a ti te quiero.
Quiero no querer nada;
nada, no quiero, todo
quiero sin querer nada
al mismo tiempo.
Quiero tu boca, quiero tus labios,
abertura por la que entran cariños
y salida de sentires desbordados en suspiros,
aquella en la que deslizo mil sonrisas y torpezas
y nuestras lenguas tropiezan.
Quiero besarte, quiero a tus besos.
Quiero tu sonrisa, quiero a la alegría
que tus ojos llega a inundar,
veo tantas cosas dentro de ellos:
he aprendido a leer lo
rutilante de tu mirar.
Quiero tus brazos, quiero tus manos,
la forma de ceñir, rodear y oprimir
en un momento, de sentir,
aquella forma de crear y nuestras almas enlazar,
ese vínculo que sabemos, peculiar.
Quiero tu calor, quiero a tu esencia
y la incandescencia de su tórrida energía
que desprende; y me enciendes,
me provocas me desatas me revives
me denotas,
apaciguas y agitas al mismo tiempo,
en un solo momento;
eres paz e inquietud,
quietud del alboroto del silencio hecho ruido
que se vuelve enmudecido,
eres la perfección que me in-complementa,
el que consuma e interrumpe:
eres mi sublime imperfecto,
el inconcluso terminado,
la paradoja no contradictoria
que aprueba y anula mi contrasentido,
que excita y sosega mi ser,
hasta fundirnos más alla de todo lo tangible;
disolver nuestros cuerpos y solidificar el ser etéreo,
integrarnos hasta terminar anudados
incorpóreos hasta el sinfín en el límite del retorno de la infinita no permanencia dentro de la eternidad.
¿Qué quiero de ti?.
¿Qué de ti quiero?.
¿Quiero de ti qué?
¿Ti, qué quiero?.
Que te quiero;
que de qué te quiero te quiero:
quierote demasiado,
quierote mucho:
a ti te quiero.
