Carta de desprecio hacia mi propia persona
Prometiste no llorarle a ningún hombre de nuevo,
y ahí estas de pendeja otra vez,
con la mierda de corazón que te queda
echo más mierda,
todo en trozitos,
pero ya te había advertido que en estas
cosas, muchos no son de fiar.
Me caga que tu coraje,
ese pinche coraje que te cargas
termina por convertirse en llanto.
Malditos tus lloriqueos salados y
los nudos que te da por tejer en la garganta.
Malditas todas estas mañas que te dejan
la cara salada y el corazón vació.
Maldita sea tu debilidad en estas
cosas del amor y los hombres,
malditos tus quereres por ser tan estúpidos
e inocentes.
Malditos tus ojos vidriosos que tienden a
humedecerse cuando te acuerdas de todo esto.
¿A poco no sientes bonito
que ya vas a cumplir un año sin amores?
¿A poco no sientes bonito,
ya no poder enamorarte como antes?
¿No te sientes orgullosa
de que ya no seas capaz de derramar
mil mieles y flores sobre tus enamorados?
Pero te conozco,
y sé que no lloras por el hombre,
porque ni enamorarte puedes,
pero aún así le lloras a tus sueños.
Llorar para ti misma es lo único que
te queda de intimidad. Es algo tuyo.
Y aquí ni tu propio orgullo puede salvarte.
Cuando te entristecen el corazón
ni tu ego sabe valorarte.
¿Qué vas a hacer cuando te
expriman hasta la última lágrima del alma?
¿Qué vas a hacer?
¿Entonces vas a decir que tampoco
¿Entonces vas a decir que tampoco
ya puedes llorarles?
Te desprecio,
por tener corazón de niña, por ser tan
débil,
en tu forma de amar.
