Inhala

16:53 Unknown 0 Comments

   El olor a represión me despertó,
esa noche en, la que la luna había sido tragada por los ruidos que emana la ciudad, aquellos extraños vapores interrumpieron los calientes sabores que recitaba mi sueño.
   Había ya antes probado el sabor de los colores, el azul, el violeta y el amarillo, sabores igual de deliciosos que el canto del perfume de las flores, pero esta vez es distinto... y aquí estoy yo: respirando un montón de imágenes que se enredan al final de mi paladar, secándolo con ese hedor tan propio de ellas, nunca antes tocado.
No importa lo que haga: "Eso" sigue metiéndose dentro de mi.
   
   Cerré mi nariz y aguanté la vista. Me tapé hasta la cabeza con las sábanas y enseguida comencé a sentir el roce de las voces de aquellas imágenes condensadas penetrando hasta mi médula, cual alfileres puestos al fuego durante años. Comencé a rechinar los dientes.
¡Que ruidos tan cegadores! ¡Que imágenes tan pestilentes! ¡Que tacto el de estas con el que me asfixian a cada instante!


   Doy vueltas sobre un eje que me he trazado tras varios movimientos, y los hedores ya se impregnan en mis vísceras, apretándolas y a mi parecer, están comenzando a estallar.
No importa lo que haga: "eso" ya está en mi interior.






Mis manos dejaron de empuñar las sabanas, la rigidez de mi cuerpo se desvaneció al ritmo del nuevo sabor que flotaba alrededor de esta ausencia de estruendos visibles: Butano

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